Primera
parte: Presentación del hidalgo
(Análisis
del Capítulo I)
Trabajo
realizado por la Prof. Paola De Nigris
Advertencia: Bibliotecas
enteras hay escritas sobre este libro. No pretendo aportar nada
nuevo. Mi interés al comentar este primer capítulo es ayudar a los
alumnos de ENSEÑANZA MEDIA, a modo de clase, a preparar un examen,
o a estudiar sobre el tema para aportar a la clase misma.
Ubicación
de la obra:
Como
los grandes clásicos no podemos ubicar fácilmente esta obra en una
corriente literaria o en un solo período porque excede a su tiempo.
Hay en la obra elementos renacentistas, como ser un personaje que
sale a buscar nuevos horizontes. Hay elementos barrocos, como ser en
la segunda parte, los duques que manipulan y se divierten con la
fantasía del personaje. Hay elementos manieristas, como ser la duda
permanente que el texto platea (¿está loco o no?).
El
uso del lenguaje, la falta de certezas, la multiplicación de planos
que la obra plantea nos acerca a un texto complejo de analizar.
Tema:
Es
precisamente la multiplicación de planos y la falta de certezas la
que nos muestra el tema de la obra: el perspectivismo. Nada es
claro. Todo depende del lugar en que se mire. Así todo será
relativo. La bacía de barbero también puede ser el “yelmo de
Mambrino” dependiendo de quién mire, sea Sancho, sea el Quijote.
Así cualquier situación que se plantea puede ser vista de
diferentes formas, dependiendo de quién “las lea”. Esa es la
clave de la obra. La venta puede ser castillo; las prostitutas,
doñas; y los molinos, gigantes. Es la mirada la que da significado
a lo que se ve. Y eso nos puede parecer loco, pero también es
profundamente humano; la mayor parte de las veces necesitamos dar
significados diferentes a las cosas para sobrellevar la frustración
o la mediocridad de lo cotidiano.
Título:
El
título de la obra plantea una contradicción. El “hidalgo” es
un título de nobleza que representa a una casta guerrera que está
venida a menos. Eran “hijos de algo” y ese “algo” eran los
caballeros de la plena Edad Media. Pero en el título, la palabra
“hidalgo” está asociada a “Don” siendo este un título de
nobleza de mayor jerarquía. Así se nos presenta la contradicción
¿hidalgo o Don? Precisamente las dos, porque son caras de una misma
moneda. Es un hidalgo que elige verse como Don, que es lo que aspira
a ser, o lo cree ser por simple hecho de llamarse así. Veamos que
el título también incluye la palabra “ingenioso” que es un
proceso mental por el cual se inventa algo nuevo, así es este
proceso mental lo que crea la nueva realidad. Pero tengamos presente
que no parte de cualquier lugar, sino parte de su misma condición,
y por eso, este hidalgo que cuando se ha adentrado la obra sabemos
que se llama Alonso Quijano, y tiene como epíteto “el bueno”,
no elige convertirse en un asaltante de caminos, sino todo lo
contrario, en alguien que imparte justicia. Todo el proceso del
personaje será así: parte de una realidad y elige verla de una
manera diferente, por eso no podemos asegurar tan fácilmente que
esté loco.
De
esta forma el título nos deja un mensaje interesante: detrás de
toda realidad mediocre puede existir una realidad sublime. Pero así
como me deja ese mensaje, también me deja el contrario: detrás de
toda realidad sublime se esconde una realidad mediocre.
Estructura:
Si
bien el capítulo primero sirve como presentación a toda la obra,
este podría dividirse en tres partes: la primera sería la
presentación del hidalgo, la segunda el proceso de la locura y la
tercera las prevenciones que toma el hidalgo para armarse caballero.
Presentación
del hidalgo:
El
texto comienza con la conocida expresión “en un lugar de la
Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”. Deliberadamente, el
narrador nos niega el lugar de dónde proviene el hidalgo. Sólo
quiere que sepamos que es de la Mancha, pero nos aclara que no tiene
ninguna intención de recordar el lugar exacto. La imprecisión está
plantea así desde el comienzo, porque este será el tema de la
obra, el relativismo. Nada quedará seguro, las certezas no existen
en este mundo, tanto el de la obra como el que vive el autor
(incluso el nuestro).
Recordemos,
también, que Cervantes había declarado en el prólogo, que la
intensión de esta obra era la parodia de los libros de caballería.
Una parodia es la imitación burlesca de una obra o personajes,
tomando las características esenciales del mismo. Todos conocían
las elementos esenciales de una novela de caballería, ya que era
literatura habitual en la época; hombres gallardo, de espíritu
limpio, que luchaban contra dragones, gigantes, y adquirían fama y
renombre, todo esto en un lugar imaginario y perfecto. Una de las
características de esta novela era la precisión. Ellas comenzaban
con el lugar exacto en que dichas hazañas sucedían, y junto con
ellas también la progenie que el personaje tenía. En este caso, el
narrador nos niega esa información, y encima veremos que ni
siquiera sabe el nombre real de su personaje, por lo menos en el
primer capítulo. Estos son los mecanismos de la parodia, cualquiera
que empieza a leer en aquella época, reconoce los elementos de las
novelas de caballería, y reconoce la burla que se está haciendo
desde el comienzo.
Esta
imprecisión planteada respecto al lugar, también se planteará
respecto al tiempo: “no ha mucho tiempo” dice el narrador en
este primer capítulo. Sin embargo, al final del capítulo VIII dice
el narrador que no puede seguir su historia, porque no sabe cómo
termina. En el capítulo siguiente es cuando todo comienza a
complicarse. El narrador encuentra en Toledo, unos “papeles
viejos” que un muchacho está vendiendo. En esos papeles
está la “Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide
Hamete Benengeli, historiador arábigo”. De esta manera aquel “no
ha mucho tiempo” se vuelve confuso (¿es una historia antigua o no
tanto? ¿el narrador conoce al hidalgo o en realidad es una historia
que escuchó de alguien que contó y que termina perdiéndose en el
tiempo?). Esta complicación del narrador que parece presentar a un
personaje con la imprecisión de quién por rumores ha escuchado
hablar de un personaje con determinadas características que le ha
pasado determinada cosa, se vuelve más profunda cuando quien
termina narrando es “Cide Hamete Benengeli” que es traducido por
el muchacho que vende los papeles en el capítulo IX. Así que ya no
sólo tenemos un narrador que no sabe de dónde viene su personaje,
que no sabe cuándo existió, sino que también tenemos a un segundo
narrador y a un traductor, por lo tanto una historia que pasa por
varios niveles de narración.
Este
primer narrador parece querer presentar la historia como algo
verosímil y por lo tanto posible, esta es una de las razones de la
imprecisión en esta presentación. Si el narrador no quiere
acordarse del lugar, si dice “no ha mucho tiempo”, nos habla de
un narrador que conoce la historia porque es harto conocida, porque
es popular, y se cuenta naturalmente, oralmente.
El
hidalgo que se presenta desde el primer enunciado tiene algunos
elementos importantes en los que deberíamos detenernos: “lanza en
astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”. El
primer elemento nos habla del linaje guerrero de sus antepasados,
que él ve cada día, pero del que no es parte, más que como un
recuerdo lejano y que ahonda en su frustración de lo que no ha
hecho jamás. La lanza y escudo (“adarga antigua”) están como
adorno de lo que fue, y recuerdo constante de lo que no es. El
“rocín flaco” que luego se transformará en su Rocinante, ya
está presentado como un caballo que no tiene el arquetipo de
caballo de caballero. Está venido a menos, está flaco y su
costumbre es la de trabajar, es un caballo “de poca monta”. Es
interesante precisar, que este es el típico caballo para este
hidalgo, que no tiene lo necesario para ser un caballero, como
tampoco lo tendrá el caballo. El perro, que se menciona aquí
(“galgo corredor”) recuerda el ocio de esta casta guerrera
venida a menos. Sus ancestro vivían de la lucha, a los hidalgos les
queda la caza, es decir un mero entretenimiento, mediocre de lo que
eran las hazañas heroicas de sus antepasados.
Con
los pincelazos que da en el primer enunciado, el narrador se propone
describirnos minuciosamente lo que el personaje come. Es interesante
precisar que no sabrá cómo se llama, no sabrá de dónde viene
exactamente ni cuánto tiempo hace que existió, pero sabe qué
come, qué viste, quién vive con él, y cuántos años tienen lo
que lo rodean. Detalles que parecen, a simple vista, irrelevantes. Y
lo son, si no tenemos en cuenta que lo que caracteriza a este
hidalgo es la rutina, el tiempo y la vida vacía que lleva
permanentemente. La monotonía que reina en su vida cotidiana, y la
frustración de lo que no es, que terminarán siendo el motor para
querer cambiar su mundo.
La
comida que el narrador detalla reafirma la pobreza del hidalgo y el
aburrimiento. Su menú semanal está determinado, no hay opciones de
cambio, porque tampoco existe un poder económico o un interés
creativo en eso. La comida, que es el alimento básico para la
existencia, es aquí vaca (que en la época es una comida
desacreditada), lentejas, salpicón, incluso algún palomino, los
domingos, algo que debería ser como el gran festín, pero que
resulta absurdo, dado que los palominos eran usados por la nobleza
para transmitir mensajes.
Luego
de hablar de la comida, el narrador detalla la vestimenta que usa el
hidalgo. Esta reafirma la pobreza del personaje, que tiene pocas
prendas, lo que muestra la falta de vida social, y por lo tanto la
soledad y el aislamiento o dejadez en que vive. Pero la amargura de
esa conclusión está escondida tras la ironía del narrador: “los
días de entresemana se honraba con un vellorí de lo más fino”.
La ironía está clara en el doble significado de la palabra “fino”,
dado que podría pensarse que sentía honra por la finura y el
prestigio del vellorí, pero también puede sugerir que este vellorí
está fino por lo gastado. Así el narrador empieza a mostrarnos
cómo ve una cosa que en realidad puede ser otra.
Esta
soledad y reclusión tiene una razón en el entorno social del
personaje. Lo acompaña una “ama que pasaba de los cuarenta”,
una sobrina de veinte años y un único trabajador, joven, que sirve
para cualquier tarea. Nadie podía comprender al hidalgo, la “ama”
que es la más cercana en edad no tiene la misma condición social
de él, la sobrina no se acerca a poder comprender la frustración
de un hombre ya anciano, para la época, y el trabajador es el único
que hace alguna tarea productiva, pero no está para ocuparse de los
ensueños del personaje. Es esta profunda soledad la semilla que
permitirá el crecimiento de la “locura”. Usaré las comillas
para referirme a ese término porque si bien el narrador dirá que
el personaje se vuelve loco, esto merece una discusión profunda que
iremos planteando durante este análisis.
La
grafopeya del personaje (descripción física) nos presenta a
alguien cuyas características se oponen a lo que el imaginario
colectivo tiene como héroe o caballero. Suponemos que el mismo
debería ser rudo, fuerte, joven, gallarlo, y este es débil, flaco,
entrado en años. En una palabra es lo contrario a lo que esperamos,
por lo tanto es como una caricatura del caballero. Es precisamente
esta contradicción lo que hará que el personaje jamás sea
aceptado como lo que espera. No sólo porque ser caballero en esa
época es anacrónico (ya no existen en el tiempo del hidalgo), sino
porque este personaje no cumple los requisitos para ser aceptado
como tal, ni en esta época (la de la obra), ni en la época de los
caballeros. Así el hidalgo siempre estará intentando comenzar un
rito de iniciación que nunca cumplirá, porque al final de la etapa
la sociedad nunca lo aceptará como tal.
La
etopeya del personaje (rasgos de personalidad) apuntan al
entretenimiento que tenía esta casta noble: la caza. Como ya
dijimos, esta afición no era más que una representación de la
decadencia de aquel pasado heroico. Algunos críticos han
relacionado a este personaje con la España en decadencia.
Recién
al final de estos datos el narrador hablará del nombre de su
personaje y para darle verosimilitud a su relato sugerirá que no
conoce exactamente el nombre, que podría ser “Quesada”,
“Quejana” o “Quijada”. De esta forma, además de apartarse
de la exactitud de las novelas de caballería, se aparta también de
lo esperable en una narración. Es de suponer, que un narrador
conoce el nombre de su personaje. Pero en este caso, como quiere
hacernos creer que el personaje existió, la mejor manera es crear
esa imprecisión que sugiere la oralidad. Ya no sólo sabe de su
existencia el narrador, sino que hay “autores” que también
conocen esta historia. De esta forma marca su propósito: “basta
que en la narración dél no salga un punto de la verdad”. Se
trata de hacer lo contrario a las novelas de caballería donde los
personajes vivían historias fantásticas, con amores inverosímiles
e inaccesibles, luchando contra dragones y personajes
sobrenaturales, buscando ideales inalcanzables.
Podemos
pensar en una deliberada intención de desmerecer al hidalgo, para
luego construir la figura del caballero. El nombre del hidalgo, en
principio, no importa, el que cobra importancia es el de la creación
“Don Quijote”. Mientras que del hidalgo no sabemos lo más
importante, ni su pasado ni su identidad, pero si sabemos lo vacío
de su presente, del caballero que el construirá conoceremos todo lo
a partir de ese momento vivirá.
Utilizo el trabajo realizado por la colega por considerar que es similar el enfoque que realizo y por expresarlo como yo lo haría.
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