BIBLIA
DENOMINACIÓN
La voz Biblia, nombre femenino y singular en la mayoría de las lenguas modernas, es neutro y plural en la forma griega de la cual procede. En su origen, significó los libros. Hoy se lo emplea como un superlativo excepcional: el libro o libro de los libros, es decir, el libro por excelencia.
También, y atendiendo a su valor religioso, se la denomina Sagradas escrituras y Libro santo. Los hebreos, por su parte, la llamaban TNK, letras iniciales de los nombres de los tres grandes grupos en que distribuían los libros: Torah, Nebiim, Ketubiim, es decir, Ley, Profetas y Otros escritos.
CARACTERÍSTICAS
Es una obra múltiple pues consiste en una colección de muchas otras de diferentes
épocas, autores y géneros, escritas en varias lenguas; sin embargo, todas ellas logran una unidad que permite considerarlas no como libros totalmente independientes sino como partes armónicamente trabadas de un todo. Los autores, de variada cultura y tendiendo a distintos fines, trataron diversos temas, en prosa y en verso, y sus obras tienen las características personales de su estilo y las peculiares de su época.
UBICACIÓN
La voz Biblia, nombre femenino y singular en la mayoría de las lenguas modernas, es neutro y plural en la forma griega de la cual procede. En su origen, significó los libros. Hoy se lo emplea como un superlativo excepcional: el libro o libro de los libros, es decir, el libro por excelencia.
También, y atendiendo a su valor religioso, se la denomina Sagradas escrituras y Libro santo. Los hebreos, por su parte, la llamaban TNK, letras iniciales de los nombres de los tres grandes grupos en que distribuían los libros: Torah, Nebiim, Ketubiim, es decir, Ley, Profetas y Otros escritos.
CARACTERÍSTICAS
Es una obra múltiple pues consiste en una colección de muchas otras de diferentes
épocas, autores y géneros, escritas en varias lenguas; sin embargo, todas ellas logran una unidad que permite considerarlas no como libros totalmente independientes sino como partes armónicamente trabadas de un todo. Los autores, de variada cultura y tendiendo a distintos fines, trataron diversos temas, en prosa y en verso, y sus obras tienen las características personales de su estilo y las peculiares de su época.
UBICACIÓN
Si bien la Biblia pertenece a la literatura hebrea, no deben confundirse
algunos conceptos: el de literatura hebrea es mucho más amplio, pues
comprende todas las manifestaciones literarias del pueblo hebreo durante
las diferentes etapas de su historia, mientras que la Biblia es sólo una
parte de esa literatura, seguramente la más famosa e importante: la
literatura sagrada.
En síntesis, la Biblia es la colección de los libros sagrados de la
literatura hebrea compuestos en diversas épocas y por diversidad de
autores y en lenguas distintas, cuya unidad la da el carácter sagrado de
los mismos.
LENGUAS
Tres lenguas han sido usadas en la composición de la Biblia: hebrea,
aramea y griega.
La hebrea, de origen semita, que fuera durante siglos una lengua viva,
suplantada después en el habla corriente por el arameo, se conservó como lengua
sagrada. Hoy, el moderno estado de Israel, le devolvió su condición
primitiva al hacerla su idioma oficial.
UNIDAD – INSPIRACIÓN
La Biblia es el libro sagrado del pueblo hebreo y conserva ese carácter
para los grupos religiosos enraizados en la religión hebrea, como lo son
los cristianos de las diversas confesiones (católicos, protestantes y
ortodoxos). Precisamente, lo que hace la unidad interna de los libros que
la componen es un valor religioso especial: la inspiración.
Literatura religiosa es aquella de asunto religioso, mediante la cual el
autor habla de
Dios o con Dios; por ej., La Ilíada, Prometeo encadenado de Esquilo, un
auto sacramental, del Siglo de Oro español; la poesía mística de San Juan
de la Cruz.
Literatura inspirada sería aquella por la cual, y a través de la obra de
un hombre, Dios
habla al hombre o se comunica con él. Ejemplos para las respectivas
religiones: los Vedas de la India, el Corán de los mahometanos, la Biblia.
Cuando el texto trasmite, además, alguna enseñanza que el autor no
hubiera podido
conocer por medios puramente humanos, se dice que es revelado.
De acuerdo con las consideraciones anteriores, la Biblia es literatura
religiosa, y
hebreos y cristianos la consideran su libro sagrado, inspirado por Dios
y vehículo de su revelación.
Las características de esta inspiración y su alcance varían según las
diversas religiones, pero podríamos encontrar una fórmula común para
explicarlas y que fuera aceptable por todos: el autor inspirado es el
instrumento mediante el cual se expresa Dios a través del tema, del género
y del estilo, que constituyen el aporte del escritor. Tema, género y.
estilo reflejan sus características personales y.las que son comunes al
género que cultiva y a la época en que escribe y que, por tanto, varían de
un libro a otro. El autor, a veces, es, consciente de esa asistencia
divina y lo manifiesta: "Díjome entonces: Hijo del hombre, ve,
llégate a la casa de Israel y pronúnciales mis palabras…" (Ezequiel,
III-4)
Pero, la mayoría de las veces, es la autoridad religiosa quien define
cuáles libros son inspirados y cuáles no, basada en la tradición y
mediante criterios propios. Según esa misma autoridad, la inspiración
supone la inerrancia, es decir, la imposibilidad, para el
escritor, de errar o equivocarse en la trasmisión del mensaje.
COMPOSICIÓN – CANON
La diversidad de criterios para atribuir calidad de inspirados a
determinados libros y
negársela a otros, proviene de diferentes concepciones religiosas,
incide en la composición de la Biblia y en la selección de los textos que
la integran. La gran división en Antiguo y Nuevo Testamento se origina en
esa diferencia. El AT es considerado como libro inspirado por hebreos y
cristianos, mientras que el NT lo es solo por los últimos. En este
uso bíblico, la palabra testamento significa alianza.
Antiguo Testamento significa antigua alianza y fue hecha por Yahvé
(Dios) con el
pueblo hebreo en la persona de Abraham y luego explicitada y ratificada
por medio de Moisés, y a ella se alude constantemente en la Biblia. La
segunda, .la nueva alianza, fue hecha por Dios con toda la humanidad en la
persona de Jesús. Cada Testamento comprende los libros relacionados, de
alguna manera, con una u otra.
Aparte de esta doble agrupación de libros, el concepto de inspiración
genera otras
divisiones, siendo la principal la que los separa según cánones
distintos (canon quiere
decir vara de medir o regla). Metafóricamente, y aplicado a la Biblia,
designa el conjunto de libros que se consideran inspirados.
Para el AT existen los cánones llamados de Jerusalem o jerosolimitano y
de
Alejandría, denominados también primero y segundo canon respectivamente
y, a partir de 1566, libros protocanónicos (del primer canon) y
deuterocanónicos (del segundo canon) a los comprendidos en cada grupo.
Si bien los hebreos tenían su centro cultural y religioso en Jerusalem,
Alejandría era el
núcleo que agrupaba, habitual o transitoriamente, a la mayor colonia
judía de la diáspora es decir, a los que vivían fuera del territorio
nacional. Solo en el Templo de Jerusalem, a donde debían ir anualmente, en
peregrinación, los israelitas piadosos, se ofrecían sacrificios y
se realizaba el culto en todo su esplendor. La vida religiosa cotidiana se
mantenía en torno a las sinagogas que eran centros de estudio y de
oración, donde se conservaba, en regiones de influencia helenística, la lengua
hebrea en la lectura de los textos bíblicos y en la plegaria.
Llegó, sin embargo, un momento en que las nuevas generaciones de la
diáspora ya no estaban capacitadas para comprender la lengua sagrada y;
entonces, se procedió a la traducción de los Libros santos al griego. A
esta versión se la llama Alejandrina, Septuaginta o de los Setenta.
La ciencia moderna considera que la Septuaginta utilizó traducciones
fragmentarias
anteriores, y que el orden seguido fue el siguiente: primero, traducción
de la Ley, la parte más usada en el culto, hecha con mayor cuidado y
perfección; segundo, traducción de los Profetas, que le seguía en
importancia, hecha con menos exactitud; y por último, versión de los
otros libros.
Los judíos poseían, entonces, dos versiones de la Biblia: una en hebreo
y otra en
griego, siendo utilizada esta última no solo en el extranjero; sino en
la misma Jerusalem, en las sinagogas reservadas a los hebreos no
palestinenses. Ambas versiones difieren en el número de libros que
comprenden, en el ordenamiento de los mismos y en su clasificación; estas
divergencias provienen, como ya se ha dicho, del concepto de inspiración.
No hay que pensar, cuando se habla de fijación del canon, en una serie
de condiciones establecidas a priori y a las cuales debe ceñirse un autor
para que su obra se considere inspirada. El proceso es a la inversa: la
tradición religiosa, que distingue un libro como sagrado, y el uso del
mismo desde antiguo en la predicación y en la liturgia, afirman su calidad
de inspirado. Luego, tardíamente, en época de dudas y de controversias, la
autoridad religiosa, tras un serio examen de acuerdo con sus propios
y especiales criterios, elabora la lista definitiva, basándose en el doble
testimonio tradicional y litúrgico. Tal lo sucedido en el Sínodo de Jamnia
(90-100 d.C.) donde los judíos fijaron el canon de libros sagrados de Israel, y
en el Concilio de Trento (s. XVI d.C.) donde la Iglesia Católica fijó el
suyo, usando para el AT la lista de libros aceptados por los judíos
de Alejandría.
CANON HEBREO
Comprende veinticuatro libros clasificados en tres series: Torah (Ley),
Nebiim (Profetas) y Ketubiim (los otros escritos). El número de
veinticuatro es artificioso, pues para obtenerlo se agrupan varios libros
en uno, lográndose así esa cantidad que corresponde a la de letras en
el alfabeto hebreo. En las versiones modernas, que distinguen cada libro
por su nombre, este canon aparece compuesto por treinta y nueve libros. Su
ordenamiento es supuestamente cronológico, sin rigor excesivo; así, el
Libro de Rut se colocaba como apéndice del Libro de los Jueces pues la
anécdota que narra se ubica en la época de estos últimos.
La clasificación en Torah, Nebiim y Ketubiim señala una diferencia en
importancia, en
veneración y, tal vez en fecha de incorporación al Libro Santo. La
Torah, que comprende el Pentateuco fue considerada siempre como la parte
sagrada por excelencia y, seguramente, fue la más copiada y, la mejor
conservada. Su lectura total se realiza durante el año litúrgico hebreo.
Desde la época de Moisés y por orden de este, parte de la Torah, si no toda,
se guardaba junto al arca de la alianza, símbolos ambos del pacto de Dios
con su pueblo. Otros momentos de la historia judía señalan la renovación o reiteración
de esa importancia: en el año 621 a.C., bajo el reinado de Josías, en
época de restauración religiosa, se encontró una antigua copia de la Ley
(se ignora si fue todo el Pentateuco o solo el Deuteronomio
(palabra griega que significa segunda ley) lo que dio ocasión a
festividades especiales, a nuevas copias
y a una ratificación de su valor en la vida del pueblo. El otro hecho es
posterior al destierro y habría acontecido cuando Esdras dirigía la reforma
religiosa: según diversas tradiciones de variable credibilidad, un consejo
o asamblea de sabios presidida por Esdras, o este solo,
habría seleccionado, ordenado y clasificado según su importancia y en la
forma que han llegado hasta nosotros, todos los libros sagrados. El Sínodo
de Jamnia habría revisado, ratificado y completado este canon primitivo,
hasta dejado definitivamente clausurado en el siglo II d.C.
CANON ALEJANDRINO.
Basado probablemente en la selección de Esdras –aunque con variantes en
el contenido textual– incluyó otros siete libros rechazados posteriormente
en el Sínodo de Jamnia como apócrifos (en elsentido bíblico significa no
sagrado, no inspirado). Dichos libros no se conocen sino a través de la
versión griega que pudo ser la original pero que, en algún caso, fue traducción
de un texto hebreo o arameo perdido. Esto influyó, probablemente,para su
exclusión del canon hebreo.
El canon alejandrino ordena los libros según su asunto, y los clasifica
en Ley, libros
históricos, libros proféticos, y libros didácticos, sapienciales o
poéticos.
Si tenemos en cuenta ambos cánones, el AT comprende cuarenta y seis
libros: los
treinta y nueve del canon hebreo y los siete que agrega el alejandrino.
La aparición de Jesús y la vinculación de su doctrina con el AT,
incorporaron a la
Biblia otros veintisiete libros, que forman el Nuevo Testamento.
Siguiendo el mismo criterio de clasificación del AT, podemos señalar en
este libros históricos, proféticos y sapienciales o didácticos.
Al producirse la escisión religiosa que divide a los cristianos en católicos
y
protestantes, cada grupo adoptó un canon distinto para el AT: los
protestantes el
jerosolimitano, y los católicos el alejandrino. De ahí proviene la
diferencia más notable de las versiones hebreas, católicas y protestantes:
• los hebreos aceptan solo el AT y, de este, los treinta y nueve libros
cuyo origen hebreo está probado;
• los protestantes aceptan esos treinta y nueve libros más los
veintisiete del NT;
• los católicos y ortodoxos admiten, además, los siete libros incluidos
en el AT de acuerdo al canon alejandrino y rechazados por los hebreos.
Para los dos primeros grupos, los libros que se añaden son espurios,
apócrifos.
Para los católicos, son apócrifos otros libros de temas semejantes a los
bíblicos (como el Evangelio de los Hebreos, el Evangelio de los Doce
apóstoles, el Evangelio de los Egipcios, el Evangelio de Tomás, etc.) que
juzgan como no inspirados y, en muchos casos, plagados de errores,
heréticos y, generalmente, tardíos, es decir, muy posteriores a los hechos que
narran.
(Tomado y adaptado
de: María del Socorro Argenzio, Literatura bíblica)
Génesis, 1
1.En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2.La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un
viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
3.Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4.Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
5.y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y
atardeció y amaneció: día primero.
6.Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte
unas de otras.»
7.E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del
firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue.
8.Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día
segundo.
9.Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo
conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue.
10.Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó
«mares»; y vio Dios que estaba bien.
11.Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y
árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la
tierra.» Y así fue.
12.La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies,
y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que
estaban bien.
13.Y atardeció y amaneció: día tercero.
14.Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día
de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años;
15.y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la
tierra.» Y así fue.
16.Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del
día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas;
17.y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra,
18.y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la
oscuridad; y vio Dios que estaba bien.
19.Y atardeció y amaneció: día cuarto.
20.Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen
sobre la tierra contra el firmamento celeste.»
21.Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los
que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves
aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien;
22.y bendíjolos Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las
aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra.»
23.Y atardeció y amaneció: día quinto.
24.Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie:
bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue.
25.Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada
especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.
26.Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza
nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las
bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean
por la tierra.
27.Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó,
macho y hembra los creó.
28.Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y
henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los
cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
29.Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre
la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para
vosotros será de alimento.
30.Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de
sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y
así fue.
31.Vio Dios cuánto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecíó y
amaneció: día sexto.
Génesis, 2
1.Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2.y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y
cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
3.Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de
toda la obra creadora que Dios había hecho.
4.Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron
creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos,
5.no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del
campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la
tierra, ni había hombre que labrara el suelo.
6.Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del
suelo.
7.Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en
sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
8.Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al
hombre que había formado.
9.Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la
vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el
árbol de la ciencia del bien y del mal.
10.De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro
brazos.
11.El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay
oro.
12.El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13.El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.
14.El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el
cuarto río es el Eufrates.
15.Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para
que lo labrase y cuidase.
16.Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín
puedes comer,
17.mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día
que comieres de él, morirás sin remedio.»
18.Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a
hacerle una ayuda adecuada.»
19.Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las
aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que
cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.
20.El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a
todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda
adecuada.
21.Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el
cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne.
22.De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y
la llevó ante el hombre.
23.Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne
de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.»
24.Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se
hacen una sola carne.
25.Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban
uno del otro.
Génesis, 3
1.La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que
Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No
comáis de ninguno de los árboles del jardín?»
2.Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los
árboles del jardín.
3.Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No
comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.»
4.Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis.
5.Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os
abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.»
6.Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la
vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio
también a su marido, que igualmente comió.
7.Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que
estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
8.Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el
jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista
de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín.
9.Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
10.Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy
desnudo; por eso me escondí.»
11.El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido
acaso del árbol del que te prohibí comer?»
12.Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y
comí.»
13.Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó
la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
14.Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita
seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu
vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15.Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él
te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.»
16.A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos:
con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te
dominará.
17.Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del
árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa:
con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida.
18.Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo.
19.Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo,
pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»
20.El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los
vivientes.
21.Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió.
22.Y dijo Yahveh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de
nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no
alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para
siempre.»
23.Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de
donde habiá sido tomado.
24.Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén
querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de
la vida.
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