Romanticismo
Origen
del Romanticismo:
El
Romanticismo es un movimiento artístico, literario y cultural que tuvo su inicio
en Inglaterra y Alemania a fines del siglo XVIII, y se extendió a otros países
de Europa y las Américas durante la primera mitad del siglo XIX. Marcó una
ruptura con la ideología de la Ilustración y el Neoclasicismo.
Si bien hoy el término "romántico" se
asocia generalmente con el amor, en el siglo XVII se utilizaba para describir
la emoción que despiertan aspectos agrestes y melancólicos de la naturaleza,
así como sinónimo de algo increíble e inverosímil.
En el
campo literario y artístico de esa época, el adjetivo era antónimo del estilo clásico y
grecolatino, como por ejemplo la literatura medieval y barroca.
Son también importantes figuras en el
Romanticismo inglés los escritores John Keats, Percy Byssche Shelley, Charles
Lamb y Sir Walter Scott. En Alemania, la corriente se fraguó en las obras de
Johann Wolfgang von Goethe, Clemens Brentano y los hermanos Grimm, y en la
ideología de los filósofos Johann Gottlieb Fitchte, Friedriche Schelling, Georg
Wilhelm Friedrich Hegel, y Immanuel Kant, aunque este último se asocia más con
la Ilustración. El Romanticismo penetró en Francia después de la Revolución
(1789-1799). Figuras importantes incluyen a François-René de Chateaubriand,
Alexandre Dumas, Théophile Gautier y Victor Hugo. De hecho, el prefacio a la
obra Cromwell,
de Hugo, (1827) es considerado el manifiesto del movimiento.
En
Estados Unidos, Edgar Allan Poe, James Fenimore Cooper y Washington Irving son
algunos de los escritores románticos más destacados.
El
periodo romántico en España fue tardío y fugaz. Llegó a su apogeo a mediados de
los años 1830, durante la primera guerra carlista. Ya para el 1840 el Realismo
había entrado en el panorama cultural.
Temas:
Exaltación del yo. Los románticos hacían hincapié en el
individualismo y el subjetivismo. De allí sugirió un interés en el interior del
hombre y los misterios de la subconsciencia. El énfasis en el yo impulsa
una reivindicación del gusto particular, rechazando el principio de la belleza
universal.
Héroe rebelde e inconformista. Los románticos rescataron las grandes
obras del Siglo de Oro,
como las de Cervantes,
Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Los protagonistas
de estas obras sirvieron como modelo del prototipo romántico: Don Juan como el
héroe rebelde y Don Quijote como el idealista y soñador.
Melancolía y desengaño. Hay un desgarro interior. Los
románticos rechazaban la época que les tocó vivir, y lamentaban la injusticia
del mundo y fugacidad de la vida.
Evasión. Este desencanto llevó a una tendencia
evasiva. Los románticos se sentían atraídos a lo medieval, en particular lo
gótico, y los lugares exóticos. También había una fascinación por lo nocturno,
las ruinas, los sepulcros, lo paranormal, las tempestades, los castillos
abandonados, lo terrorífico y la fantasía. Para los románticos no españoles,
España era un lugar exótico. Un ejemplo es Washington Irving, quien pasó un
tiempo en España y escribió Cuentos de la Alhambra (1832).
Naturaleza silvestre y hostil. A diferencia de la naturaleza domada y
estilizada del Neoclasicismo, los románticos escribían sobre bosques, montañas
y paisajes embravecidos. La naturaleza representaba un espacio para
experiencias espirituales.
Géneros:
La
oposición a las normas, un rasgo principal de los románticos, se extendió a la
producción literaria. No respetaban los límites de géneros y mezclaban lo
trágico con lo cómico y el verso con la prosa. En la poesía reinaba la
polimetría, y en la narrativa había un interés especial en cultivar la novela
histórica y el costumbrismo.
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